WHAT'S NEW?
Loading...
Mostrando entradas con la etiqueta Mi vida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mi vida. Mostrar todas las entradas



I hated you when I was a little girl, because I love a lot the sunlight and when you were with me, you didn't let me see my beloved sun.
I thought you were evil, you were sad, because you made me turn on artificial lights when it was barely 4 pm, and you know how I dislike the yellow artificial light.
I hated you so much a lot of sundays when you didn't want me to play in the yard. I even thought that I never would be able to see a sunday afternoon because you always was at there between the mountains, between the fog.
I thought that I hated you, but now I see that I never felt that sincerely.
You also was there at every place I traveled, you evil didn't want me to go to the shore and neither to see the blue sky, instead of that with you all those wonderful things turned into gray and you really made me angry.
Someday I knew you could not be that evil I thought. Because that beautiful green of the mountains which were my crib it was because of you.
And at least, yesterday I realized that I never travel alone, not because you hate me, that's because you always want to be with me.
Even when my birthday is in May, and I didn't even bother to invited you to my party, you gifted me with diamonds to celebrate our decades together.
Through the Cities, through the towns, through the north and the south, it looks like you always want to follow me.
Now I can see, clearly as you are, that you gave me those afternoon in artificial yellow lights to pass time with my grandma, and I want to thank you for such lovely hours.
When she died, you cried with me, and also you did it when my grandpa, my uncle and my aunt left. You were there with me, and you taught me that my heart could feel so empty that it echoed your steps.
When someone broke my hearth you also did it, you cried and then my tears mixed with yours, and no one knows that we both were sad because you covered me .
In the death and the farewells, I felt like you were cold and sad inside of me, and It's beautiful to know that I'm so alive that I can feel some so pure like you in me.
At the end of those painful days you and the sun gave me a colourful smile, and you shone with me, and I knew that you are the best friend of my beloved sun.
Once, you gave me a religious and divine sensation when in the middle of that olmecan night you fell in my head and then magically your friend the nightly south warm took you to heaven just for letting you to fall in my soul and you gifted me with your deep pace.
Since I was a little child I feel like a lonely girl at the dark, but in the nights when I feel so alone, when I'm sleepy, you sing a song for me and I don't know why when you sing me you take me away from dark and sadness and I feel myself in calm. 
Besides, you and the moon taught me what beautiful the night really is.
Now I can recognise, that you didn't want me to play alone, you wanted we played together; you didn't want I ran out of you, you wanted we ran together, we felt cold together, we were in the nights together.
I see now my friend, that you wanted to be like the gypsi moon in the Spanish modern tales, who wanted to be a mother of a human being, you wanted to be my sister and gave end to my only child loneliness.
I was angry with you because a lot of times you didn't left me did something I really wanted, but now I see you were also my perfect excuse for didn't do that I didn't want. I can see today how good friend you are, how diaphanous and brightly is your purest soul.
I want to thank you for being with me, even when I write this for you I can hear you out of the window, and I want to thank you for being one of your treasured "ame no ko" (girl of the rain).
I see you in my past, in my present, in my future. You'll be there in my tomb, giving me flowers, crying for me.
I love you my sister rain.
El Kintsugi es un arte japonés que consiste en reparar los objetos de porcelana utilizando oro, plata y platino. En su filosofía nos dice que las cosas pueden ser reparadas convirtiendo este hecho en parte de la historia del objeto, en lugar de disfrazar las rupturas.

Según Christy Barlett: "El Kintsugi es una expresión física de la expresión del espíritu conocida como mushin... Mushin es literalmente traducido como 'Sin importancia', pero lleva consigo connotaciones de plena existencia dentro del momento, ningún apego y ecuanimidad en medio de condiciones cambiantes..."

Eso de "Sin importancia", me suena a un "hakuna matata" a la japonesa, con profundas raices filosóficas y muy pulido ¿No creen?

Retomando el Kitsugi; hoy aprendí sobre la existencia de la técnica porque una amiga publicó en facebook una frase que dice: 
"Cuando una persona te decepciona, nada vuelve a ser como antes." 

Con esta publicación se desató una interesante conversación. Yo mencioné que considero que defraudar la confianza de alguien es como romper un plato, aun si puedes repararlo, este nunca quedará igual. A lo que otra persona respondió que se puede reparar las cosas y pueden quedar hasta mejor que como antes, y como ejemplo pone el Kitsugi.

A partir de esto, creo que puedo aumentar mi entendimiento sobre lo del plato roto. Considero que cuando ofendemos a una persona, no solamente basta con pedir perdón, esto sería como simplemente recoger los pedazos del plato roto. Aunque la persona nos perdone, perdonar es un acto que libera a esa persona (y hablo de perdonar sinceramente), pero ¿Qué nos libera a nosotros de la ofensa que hemos cometido? El remordimiento no es algo en lo que yo crea y espero que en otra ocasión les pueda platicar mi pensamiento sobre eso, pero así como la filosofía Mushi lo dice, hay que vivir sin apegos, y vivir de remordimiento sería vivir con un apego dañino.

Sin embargo creo que como lo dice el Kitsugi, este daño puede ser parte de la historia de nuestra relación con una persona, siempre y cuando con paciencia, dedicación y amor, nos dediquemos y trabajemos en restaurar (no reparar) nuestra relación con esta persona, en ser merecedores de esa confianza de nuevo. Lo cual no consiste en ser perdonados, sino en darnos cuenta que quizá tenemos un defecto que puede dañar nuestras relaciones con los demás y recapacitar en si realmente queremos eso con nosotros, y si no es así trabajar en ser mejores y trabajar en recuperar esa relación con la persona, transformándola positivamente.

Algo de lo que platicamos, a raíz del tema, es que hay muchas personas que  piden disculpas y con eso creen que todo volverá a ser igual, y hasta se molestan si no lo es. Y hay muchas otras que si el ofendido no menciona el tema, no tienen incluso la modestia de decir "discúlpame", sino que para ellos con ignorar el tema y hacer como que nada pasó ya todo está resuelto. Eso definitivamente no es así, creo que es importante preguntarle a la persona qué ofendimos como se siente al respecto, y si de sobra lo sabemos, trabajar en reparar nuestra relación con la persona como lo mencioné anteriormente, cosa que si se hace consciente y profundamente seguramente no será fácil.

De cualquier manera, trabajando en ello o no, una ofensa cambia las cosas para siempre, si se deja así muy probablemente para mal, si se le toma la importancia que realmente tiene puede traer un fortalecimiento de la relación.

No pretendo que esto que yo pienso o escribo sea una enseñanza para nadie, más que para mí misma, no pretendo que lo que pienso no tenga defectos o les agrade a todos, lo que sí pretendo con escribir esto es hacer un pequeño borrador que aísla una pequeña conclusión de algo en el que he venido pensando hace tiempo, y por motivos de tiempo no puedo plasmar en su total extensión todo lo que pienso sobre ello, ni todo lo que se dijo en la conversación en la que tuve la oportunidad de participar. Quiero dejar un testimonio escrito de esta ocasión de reflexión que se presentó hoy e invitarles a pensar sus propias conclusiones sobre las relaciones humanas, las ofensas, el perdón y el arte de reparar los objetos. También quiero con esto invitarlos a conocer más acerca de esta filosofía y otras qué hablan de lo mismo, y por supuesto si quieren compartirme su opinión estaría encantada de saber que piensan.






El fin de semana asistí a chismosear al J'Fest, el festival de música asiática que se llevó a cabo en la "Expo Reforma" el fin de semana.

Encontré muchas cosas curiosas que comprar, y entre ellas lo que más me llamó la atención fue una exposición de arte de la tienda Tatoki. Tatoki está formada por dos jóvenes, Takemi Shinji (él) y Kiyomi Tanamachi (ella), ellos son pareja y juntos hacen arte. Él se dedica al acuarela, y ella al diseño de modas.

La verdad es que no me dí tiempo para apreciar bien los cuadros de Takemi, pero me encontré una postal que vendían que me llamó mucho la atención desde el principio, y por eso la compré.

Hoy antes de sentarme aquí a ver que había de nuevo en la red, me puse a leer lo que decía atrás de la postal que compré en Tatoki y me encontré una lección valiosa. Tengo que admitir que estoy un poco triste y me sorprendió lo adecuado que es este texto, de acuerdo a lo que vivo ahora.

La pintura que aparece en la postal se titula "Anahata". Y este es el referido escrito:

ANAHATA
Colección: 7 chakras
año 2012
Acuarela sobre papel
37 x 27 cm
by TATOKI
"Anahata es el chakra del amor que se encuentra en el corazón, su símbolo es una flor de loto con 12 pétalos y representa la emoción, la compación, el amor, el equilibrio y el bienestar."

Más abajo dice así:

"Equilibra este chackra amando... a tu forma... como sea pero ama, siéntelo y disfrútalo, no tengas miedo a las decepciones, al dolor o al fracaso... el amor siempre va de la mano de sentimientos "feos" pero son esos sentimientos los que te hacen valorar lo que amas.

Ama y sigue amando. Busca y deja que te encuentren... no maldigas por todos los amores perdidos del pasado y mejor da gracias por que los tuviste... gracias a todo eso que viviste y sufriste, amaste y reíste... gracias a todo eso eres lo que eres ahora."

Dedicado a mi amiga Hanako Yuzawa

Desde niña siempre fui atraída por la cultura norteamericana y también la japonesa. La norteamericana me llamó mucho la atención principalmente por su música, sus programas de televisión y su indudable influencia en México como país vecino, y modelo a seguir en muchas cosas.

El cómo empecé a interactuar con la cultura japonesa, sin embargo, fue algo diferente, que simplemente llegó a mi vida aparentemente por accidente. Lo primero que recuerdo es que mi abuelita tenía una gran admiración por las culturas orientales, ella siempre tenía en la casa cuadros de pagodas, y hacía bordados con japonesas ataviadas con hermosos kimonos. 

Mi segundo acercamiento llegó más tarde cuando me subí con mi mamá, mis primas y mi tía Lety a un barco japonés, y le pedí a un marino que escribiera mi nombre. El marinero escribió mi nombre en hiragana, y escribió el nombre de él en kanji, ahora lo sé, pero en ese momento solo fui llamada por los misteriosos y elegantes símbolos que desde ese entonces me obsesioné por entender.

Luego llegó mi adolescencia y conocí la animación japonesa, desde entonces fui admiradora de ese mundo, tan lejano a mi, y con costumbres a veces tan diferentes a las mías. No puedo negar que siempre quise conocer a una persona de japón para preguntarle todas mis dudas.

Más tarde, cuando salí de la preparatoria conocí a dos japoneses, Tomoyuki Yamazaki y Akiko Nojiri. Ellos fueron enviados por JICA para dar clases en mi pueblo, y principalmente traté con Akiko, quien vivió en casa de mi prima durante algún tiempo, y se convirtió en parte de la familia.

Después de la preparatoria me fui a vivir a Xalapa para estudiar en el Tecnológico, por los últimos semestres que estuve ahí, mi amigo Jose Luis empezó a estudiar japonés, y el conoció a muchos asiáticos a los cuales nunca me atrevía a acercarme porque me daba pena.

Años después vine a vivir a la ciudad México, y se presentó la oportunidad que había buscado desde niña, de aprender japonés en la UNAM. Ahí conocí a mis profesores Nagaoka sensei y Fujita sensei.

Mi primera maestra, Mikiko Nagaoka es la japonesa clásica con modales perfectos, aquella que camina suavemente cual si estuviese flotando, y con una sonrisa que ilumina; de las que se ven en las películas. Ella es muy linda y asistir a su clase se convirtió en una de las mejores cosas de mis días. Mientras tanto Naoki Fujita es el japonés más extravagante que he conocido, lo dicen hasta los mismos japoneses, pero su clase era divertidísima, tenía mucho tiempo que no salía con dolor de panza de un lugar por tanto reirme.

A finales de mi primer semestre de japonés, y principios del segundo yo estaba atravesando por un problema personal, de esos problemas sentimentales que a todos nos toca una vez pasar, pero que cuando tenemos no sabemos cómo resolverlos. Recuerdo que mi mente estaba hecha cachos por esos días, y mi corazón también, y recuerdo un día en particular cuando había decidido no ir a japonés, a la clase de Naoki, porque me sentía como sin alma en el cuerpo, pero mi amiga Chely me animó a seguir.

Aún hoy, me sigo preguntando ¿Por qué fui a clases ese día?...

En el momento en el que llegué a mi clase, estaban ahí presentándose dos japonesas Tomoko Nomura y Hanako Yuzawa, cuando llegué, estaba terminando de hablar Hanako, y escribió su nombre y correo en el pizarrón. Ellas querían conocer a personas mexicanas que estuvieran interesadas en aprener japonés, para poder "intercambiar idiomas". Anoté su correo, y creo que desde ese momento me calló bien, así que en la tarde decidí escribirle para invitarla a tomar un café.

Desde ese día nos volvimos amigas, y durante el año que ella estuvo en México fuimos a todas partes. Tengo muchos amigos en el D.F., pero la verdad es que Hana siempre tenía tiempo para mí, y se convirtió de repente en mi indiscutible compañera de pato-aveturas, o tal vez yo me convertí en su compañera... No lo sé.

Yo estaba consciente de que esta amistad iniciaba por el interés de ella de aprender español, y a decir verdad no esperaba que nos convirtiéramos en tan buenas amigas. Creo que su presencia me ayudó un poco a calmar mi corazón, que en ese momento estaba en tormenta, principalmente porque al inicio las barreras de idioma no me permitían contarle mis ridículas penas amorosas, como lo podía hacer con mis amigos mexicanos, así que cuando estaba con ella, simplemente me olvidaba del problema.

Después del día que conocí a Hana, conocí la ciudad de México más que en los casi dos años que había vivido aquí. También conocí a muchos amigos de Hana como Riichi Suzuki y Ryota Nishimura, cuya pasión por el futbol los trajo a México. Así mismo, me relacioné con Ken Adachi, Yohei Sakai, Asuna Nakamura, Go Katayama, Manami Naito,  Mutsumi Okui y otros estudiantes extrangeros, no japoneses, como Kim Orleans de Estados Unidos, Amondi Rabar de Kenia (quien me enseñó que Hakuna Matata es una frase en suajili),  Hyumin Shin, Bitna Kim e Injae Choi de Korea e Inés Cheng de China.

Sin embargo, además de las buenas amistades, creo que una de las cosas más valiosas que conservo como recuerdo de la estancia de Hana en México, es el aprender a ver a mi país desde una perspectiva diferente a la que yo lo veía, compartiendo mis puntos de vista con una persona que nació muy lejos de aquí.

A través de esta viviencia, pude notar que lo que más le duele a México, y lo que más nos pone en lejanía con el primer mundo oriental, no es la distancia en kilómetros, sino las diferencias entre clases, que en mi país, siguen siendo muy marcadas, se marcan hasta en la forma de hablar.

Hana se sorprendió mucho una vez que le explicaba que en México, la clase pobre habla diferente a la clase alta. Ella me contó que en Japón hay muchas diferencias en la forma de hablar de un joven o un adulto mayor, y también desde luego, de una región a otra, pero que no existe una diferencia para hablar entre un pobre y un rico.

Hana también me mostró su sorpresa sobre que en México hubiera "ricos muuuuuuuy ricos, y pobres muuuuuy pobres".  - La mayoría de los japoneses son de clase media - Me dijo - Y yo pensé que son de la clase "media-alta", porque en México, la clase "media-baja", que constituye la mayoría de la clase media,  no puede vivir con tantos "lujos" como vive la clase media en Japón.

Hay muchos ejemplos en donde se ven estas diferencias sociales de las que platico, por ejemplo una de las cosas más sorprendentes que Hana vio en México, eran los vendedores ambulantes del metro - "Eso no hay en Japón"- decía Hana - Así como las personas que juegan con pelotas o fuego en los cruceros.

En Japón tampoco hay "muchachas", como me dijo Riichi Suzuki, porque los japoneses de clase media no pueden pagar lo suficiente para tener una "maid", las "maid" son exclusivas de las casas de ricos. La razón por la que un japonés de clase media no puede pagar una maid, aun cuando tiene mayores ingresos que un mexicano de clase media, es porque las maid cobran un salario digno (ellas también son de clase media), mientras que a veces nosotros en México infravaloramos el trabajo de los demás, y le pagamos muy poco a quien limpia nuestra casa. Creo que somos nuestros propios verdugos.

Entendí también que la mayoría de los japoneses no solamente limpian su casa por obligación, así que recordé las palabras de mi amigo Riichiro Suzuki, quien me dijo "Yo quiero limpiar mi casa, porque es MI CASA". Estó me hizo pensar que para el japonés, asear su espacio es una especie de ritual, en donde se acerca a sí mismo.

Quizá, una de las cosas que provoca más diferencias en México, es el tiempo de educación que nos imparten a la mayoría. En México, ni siquiera las escuelas particulares aseguran la calidad de la educación que brindan. En Japón, primero que nada, no existen las escuelas en la tarde, porque la obligación de los niños es estudiar y un niño no debe trabajar, pues la ley castiga fuertemente al padre que pone a trabajar a su hijo. Por eso, no es tan necesario tener escuelas vespertinas o nocturnas como ocurre por acá.

Sobre la educación, recuerdo que Ken Adachi me preguntó una vez si yo no sabía nadar, a lo que yo respondí que no. El me contó que en todas las escuelas en el norte de Japón, les enseñan a los niños a esquiar, mientras que en las escuelas de el centro y sur, todos los niños aprenden a nadar, como parte de la clase de educación física. No sé muy bien como es en la ciudad de México, o en ciudades como Xalapa, pero en Altotonga donde yo me crié, los maestros de educación física no existieron hasta que estuve en quinto o sexto grado, y cuando existieron a veces iban y a veces no. Tampoco pude dejar de pensar, cuando Kentaro me comentó esto, que mi maestro de secundaria, a pesar de siempre estar en la escuela, no siempre daba clases, aunque debo decir que gracias a un permiso que me consiguió mi mamá, yo nunca asistía a educación física, cosa que mi amiga Arely siempre va a recordar con desagrado, pero esa es otra historia.

Ken también me contó, que en las escuelas en Japón, tienen clases para aprender a hacer de comer y a alimentarse. Supongo que es por ello que la comida japonesa es tan sabrosa y tan sana. Los japoneses, también aprenden en la escuela a realizar los labores de la casa, desde como asear y cómo cambiar un foco hasta como hacer una instalación de luz y que materiales necesitas para construirte un techo.

De las pláticas con Hana y sus amigos, aprendí muchas cosas, y durante el tiempo que ella estuvo aquí, también conocí a otra chica japonesa llamada Megumi Kubo, a Megu-chan, como la llamo, la conocí porque ella era asistente de la clase de japonés de la maestra Martha, a la que asistí en tercer semestre. La clase de la maestra Martha era muy buena, ella es la primera mexicana que me dio clases de japonés en el CELE de la UNAM, y tiene su lugar muy merecido ahí, porque domina el japonés y además tiene técnicas muy entretenidas e interesantes con las que realmente aprendes, es una excelente maestra.

Megu-chan es una chica muy inteligente, ella estaba estudiando literatura en la UNAM, como parte de un programa de intercambio con su universidad en Japón. De Megumi aprendí muchas cosas también, sobre todo en una clase donde ella nos platicó de las diferencias  entre las "buenas costumbres" entre México y Japón. Ella habló de algo que Hana y otros amigos ya me habían hecho notar,  "la impuntualidad".

 "A los japoneses les gusta organizar" - dijo Megumi, por eso cuando te dicen que tienes una cita a cierta hora debes llegar puntualmente, porque es de muy mala educación llegar tarde, eso significa que no tienes respeto hacía la otra persona.

Aquí en México, y más en la ciudad, la impuntualidad es la "organizadora del caos", porque hasta el transporte público es impuntual. Los microbuses y el metro no tienen hora de llegada, mientras que en Japón, en cada parada hay un intinerario escrito, que es respetado celosamente; así aunque vayas en transporte público es posible planear tus tiempos mucho mejor.

Megumi y la maestra Martha, también nos contaron en clase, que en Japón está muy mal visto llegar a visitar a una casa sin avisar, esto incomoda y a veces hasta hace enojar al anfitrión, quien seguramente ya tenía planeadas otras cosas antes de sus visitas incómodas.

Con respecto a los modales, algo que me llamó mucho la atención, es que son totalmente dependientes de la cultura, y una cosa que puede ser considerada de buena educación en un país, es muy mal vista en otro. Por ejemplo, los japoneses se quitan los zapatos al entrar a un lugar como la casa o la escuela,  pero un mexicano no concibe muy bien la idea de quitarse los zapatos en una casa que no sea la suya. Por otro lado, un japonés no puede pensar en comer la sopa o tomar el té sin hacer ruido con la boca, y para un mexicano esto es motivo de fuerte reprimenda por parte de mamá cuando es pequeño.

En fin, retomando mis experiencias con Megumi, algo que creo que le gustaba a ella acerca de México, es que en los trabajos no se tiene tanta presión como en Japón, creo que los mexicanos siempre nos damos tiempo para ser felices, aunque a veces exageramos un poco (nunca se exagera con ser feliz, pero si con darnos demasiado tiempo para parrandear), pero creo que la alegría es una de nuestras fuertes cualidades, que junto a nuestra "amabilidad" hacen sentir a los extrangeros como Megumi y Hana a gusto en nuestro país.

Cuando escribo esto, Megu y Hana ya están en japón, y sólo puedo decir que me siento contenta de tener amigas al otro lado del mundo, que despiertan cuando yo me voy a dormir, y que duermen cuando yo estoy despertando. Me acuerdo del rey Felipe II cuando decía "En mis dominios no se pone el sol", refiriéndose a que tenía territorios tanto en América como en Europa, por lo que siempre era de día en alguna parte que era gobernada por el. Yo no tengo dominios, pero si les puedo decir que el sol de la amistad siempre me ilumina, porque siempre tengo un amigo despierto en algún lugar del mundo.

El día que Hana se fue, me puse muy nostálgica, y no pude dejar de pensar en que tardaría mucho tiempo para volver a salir de "patita de perro" con ella y recorrer la ciudad. Un día anterior a ese, tuvimos una plática acerca de lo que ella pensaba hacer en Japón, y recuerdo que me dio su últimos puntos de vista sobre México. 

Hana dijo, que los japoneses siempre están pensando en el futuro, y los mexicanos siempre estamos pensando en el día de hoy. También me dijo que para un japonés lo más importante siempre es cumplir sus sueños, mientras que para un mexicano está primero la familia, los amigos, "lo del corazón"... - No he decidido cual es mejor... - Dijo Hana - Pero mi pensamiento es que lo más importante es luchar por tus sueños, aunque entiendo que lo bueno es pensamiento mexicano... - Anadió.

Yo sabía que un japonés pone antes que nada cumplir sus metas, porque Riichi Suzuki también  me platicó una vez, que cuando tenía una novia, le daba a su novia un lugar importante, pero para el primero estaba su sueño, "El futbol". Supongo que esto es lo que lleva a los japoneses a que todo su trabajo siempre tenga calidad, a esforzarse al máximo, y no dejar las cosas a medias.

Aprendí muchísimas cosas de Hana, de Megu, y de sus amigos. Son tantas experiencias que  no podría contar todas en este espacio. Pero de aquella que fue, una de mis últimas pláticas con Hana en México, me enseñó que quiero planear el futuro como japonés, y poder ver más allá de lo que está frente a mis narices, pero también quiero vivir el presente intensamente como mexicana que soy. Hoy quiero pelear por mis sueños como japonés, con mucho ahínco y ser más disciplinada, pero para mí siempre estarán primero mis seres queridos.  

Después de haber visto México, a través de la mirada de los japoneses, después de ver un México sin igual, lleno de colorido y de alegría, me da más orgullo ser mexicana, y puedo decir que México, es el país en donde tengo más amigos en el mundo, pero el segundo país donde tengo más amigos es Japón, cuya gente amable e inteligente me ha abierto las puertas de su corazón.

どうもありがとうございまず華ちゃん!
ミルクのなかにいる蝿 その白と黒はよくわかる
働きものか怠けものかもわかる
健康な顔と青白い顔の区別もわかる
すべてに終わりをもたらす死もわかる
なんだってわかる 自分のこと以外なら。

Je connois bien mouches en lait,
Je connois à la robe l'homme,
Je connois le beau temps du laid,
Je connois au pommier la pomme,
Je connois l'arbre à voir la gomme,
Je connois quand tout est de mêmes,
Je connois qui besogne ou chomme,
Je connois tout, fors que moi-mêmes.

Reconozco sin dificultad las moscas en la leche;
reconozco al hombre por el vestido;
reconozco el buen tiempo y el malo;
reconozco la manzana en el manzano;
reconozco el árbol al ver la resina;
conozco cuándo es todo igual;
conozco quién trabaja o descansa;
conozco todo, excepto a mí mismo

Fragmento de  Ballade des menus propos (japonés, francés y español)
Francois Villon 

Ganadora del Festival de Venecia, basada en el manga del mismo nombre de Minoru Furuya, ヒミズ (Himizu) es una excelente película de origen japonés del director Sion Sono (園 子温) , y con las actuaciones de Shouta Sometai (染谷 将太) y Fumi Nikaido, cabe mencionar que Shouta fue premiado en el mismo festival con el "Marcello Mastroiani por la Mejor Revelación", premio que a mi humilde punto de vista tiene bien merecido debido a su excelente actuación pese a su corta edad.

En México tenemos la fortuna de que esta película (http://himizu.gaga.ne.jp/), se exhiba actualmente en la Cineteca Nacional (http://www.cinetecanacional.net/ficha.php?cvePel=10356&corto=10356) y digo la fortuna porque en Japón, su país de origen se exhibirá hasta el próximo año.

Himizu narra la historia de dos adolescentes de 14 años, Sumida y Keiko que buscan su identidad en medio de los escenarios de la devastación que dejó el Tsunami que ocurrió este año en Japón, de hecho una de las cosas más impresionantes de la película es que los escenarios son reales, y se puede ver tristemente a una ciudad entera reducida a escombros, la verdad de manera personal me causó una impresión fuerte ver tal distopía, ya se que esto no es algo nuevo para mí ni para ustedes, pero nunca lo había visto así, esto gracias a la buena fotografía, es decir, había visto escenarios creados artificialmente por otras producciones, también animaciones o había imaginado algo similar a partir de ciertos libros, quizá he mirado también libros de historia acerca de guerras, incluso creo que me recuerda mucho a los noticieros de lugares que experimentan este tipo de tragedias, pero en esas noticias que transmiten en menos de 5 minutos no había tenido tanto tiempo para ver algo como una ciudad totalmente destruida, tal vez me recordó mucho a otro excelente film que vi hace un par de años llamado "Las Tortugas también vuelan" en dónde se hacía reflexión acerca de la vida que llevan los niños en zonas de guerra como Afganistán, esa película no era menos impresionante y yo pienso que era más cruel que de la que hoy hablo, pero hubo una sensación extraña que me provocó la la realidad "retratada" de Himizu, no sé si porque en mi mente siempre está la imagen firme de un Japón próspero, y ver ahora una ciudad fantasma... creo que me dieron escalofríos.

Por otro lado creo que los detalles están muy bien cuidados, incluso recuerdo claramente una escena donde está de fondo una televisión prendida con una especie de documental en donde dicen algo como: "Quizá en otros países cristianos o musulmanes la gente tenga un Dios que inventan para sentirse protegidos, y con eso tienen esperanza, pero ¿Qué sucede con el japonés que solamente cree en sí mismo?"... Este discurso me dejó pensando mucho... y la idea me sigue dando vueltas en la cabeza a un ahora.

Otra cosa que me gustaría mucho destacar es el poema "Ballade des menus propos", del poeta Francois Villon (que inicia este post) y frases que Keiko comparte con Sumida durante la película, la verdad me fascinaron, no solamente en contenido sino también por su sonoridad en japonés, en la muy femenina y representativa voz de Keiko, pero sobre todo en la voz grave de Sumida, pues a pesar de que originalmente los poemas son de origen francés se les escucha excelente en el idioma de la nación del sol naciente interpretados por estos adolescentes, creo que me perdí en la frase "Conozco todo, excepto a mi mismo..."

En otro orden de ideas, después de darle una mirada al manga me doy cuenta que en realidad este filme se trata de dos historias, o aprovecha una historia para introducir otra, ya que la trama principal no habla de la desgracia provocada por el desastre natural, sino es más bien es acerca de un asesino, ya descubrirán ustedes por qué lo digo cuándo la vean, esa es la parte es la que está basada en el manga de Furuya Minoru, y lo que realmente admiro del talento de este director japonés es como logra transformar un guión en otro, capturar lo que a mi punto de vista NO es la esencia del manga, y sin embargo hacer de la esencia de la película algo grandioso, inspirarse en los personajes pero enriquecerlos, quitar el sexo explícito de las escenas, elemento que a cualquier director latino o norteamericano que busca el arte (no se tome esto como una crítica, sino simplemente como una afirmación) hubieran ayudado a fortalecer lo dramático de la trama, sin embargo prescindir de este elemento sin retirar totalmente el morbo y aun así transmitiendo la idea de ese mundo lleno de inmundicia y violencia sexual, de ese universo desolado en el que existe el manga y agregarle un ligero toque de esperanza es un arte, a eso de saber en dónde poner las escenas que no aparecen en  el original y darles sentido pintando una muy buena historia, a eso le llamo arte en el cine (véase http://www.informador.com.mx/entretenimiento/2011/320448/6/himizu-reflexiona-sobre-un-cambio-de-conciencia-global.htm).

Esta magia de hacer mejor la historia llevada a la pantalla grande que la historia original únicamente la he visto en otro japonés, el conocido Hayao Miyazaki (宮崎駿)  con la versión animada de Howl's Moving Castle, que aunque muchos puedan diferir a mi me ha gustado más que lo que llevo leído del libro... no se ustedes, pero yo adoro ese aire extraño de sentir que es la misma historia pero no es la misma, más bien ellos son capaces de generar un universo paralelo, y la visión de Sono de agregar a una trama como la del manga este trasfondo del problema que está enfrentando su país actualmente tiene este aire.

No les quito más tiempo sólo les digo que Himizu es una obra que tiene mucho que comentar, mucho que reflexionar y muchos detalles que ahora se me escapan y que quizá valga la pena verla más de una vez para entenderla completamente. Por cierto el título de la película en español es Topo, aunque no sé cual sea la traducción literal.

Finalmente les dejo con el Trailer y un agradecimiento especial a mi amiga Hanako Yuzawa por ayudarme a conseguir el poema en japonés y a Cinthya Ceja y Héctor Guzmán por dejarme asistir con ellos tres para deleitarme con esta película.


Actualización: Junio 14 de 2015. Encontré el "Making of" Himizu en youtube, tratando de actualizar el trailer. Espero que muchos de ustedes lo vean y lo disfruten.

A diferencia de lo que parece, éste artículo no habla para nada de Lupita D'alessio, habla de algo sorprendente de esas cosas que se ven todos los dias en el D.F.

Había pasado algún tiempo sin que viera cosas raras como viejitos hablando en náhuatl, o darketos recitando en el metro... Pero esta si se pasó...

Íbamos saliendo de comer con mis compañeros de trabajo, caminábamos sobre una banqueta en el periférico cuando vimos 5 patrullas de policía estacionadas a un lado y algunos oficiales interrogando a un civil, con cara de cínico y vestido de verde. Es uno de esos acontecimientos a los que mi curiosidad no puede resistir, pero como no es muy bueno meterse en problemas decidí simplemente pasar por ahí como sin nada, cuando de repente un policía se le acerca a un compañero y le enseña una fotografía en su celular y le dice: "Mire... y dice que es de peluche"...

Entonces mi compañero se dirigió una camioneta de tipo familiar, con vidrios polarizados, color café, no muy grande y sin que pasara un segundo externó una expresión de asombro, y yo le pregunté - ¿Qué es...? - él me dijo - "Pues asómate"

Y ni tarde ni peresoza me acerqué y vi en el asiento trasero de la camioneta una leona grande, majestuosa... y dormida, cuya respiración estaba acelerada probablemente por el efecto de un sedante. No se que me impresionó más, la belleza del animal, el "valor" del sujeto para conducir un vehículo mientras una leona le respiraba en la nuca, o su cinismo por transportar de manera ilegal seguramente un ser vivo que no tiene la culpa de los gustos exóticos de seres humanos inconscientes....

¡Qué cosas! No lo termino de creer...
Esto es algo que escribí hace tiempo como un regalo para mi amigo Xavier, es un relato de un sueño que solía tener de pequeña, espero que les vaya bien en este viaje por los pasillos más ocultos de mi mente infantil...

Sólo podía escuchar a lo lejos la televisión en mi alcoba, la cual estaba frente a mi, la vi entre sueños ¿a las 3 am, las caricaturas de Bugs Bunny?.... Cuando al fin pude abrir los ojos vi que mi madre no estaba en su cama, pensé que había ido a la cocina a buscar leche para aliviar su gastritis como solía hacerlo por esos días.

Sentí miedo… no se el motivo, tal vez era solo que no me gustaba estar sola en la oscuridad… no se por qué, pero sentí miedo y quise estar con mi madre.

Traté de ponerme los zapatos, tentaba con los pies en el piso, pero no los encontré, quise agacharme a buscarlos bajo mi cama, pero oí unas voces y no quise mirar:

‐“Mamá, cuando muera quiero ir al infierno”‐ decía una voz de niña con gran ilusión, creo que era mi voz…
‐¿porqué hija?... El infierno es horrible, el infierno no es lugar para alguien como tú. – dijo impresionada “la madre”
‐ porque en el infierno mi alma arderá en compañía del demonio…. Mamá, eso es lo que quiero…

Me sentí asustada, extremadamente asustada, en ese momento no supe cómo fue que esas palabras que acababa de escuchar le abrieron la puerta al miedo y lo invitaron a avanzar rápidamente hasta llegar mi conciencia permitiéndole adueñarse por completo de mi pequeña mente, acariciando cada fragmento de mi piel, pasando por lugares que no sabía que existían en mí… yo no quería quedarme ahí a seguir escuchando mi voz… así que me puse esos zapatos blancos, grandes, de payaso, que estaban ahí…

Bajé las angostas escaleras, con mi vista limitada a ver mis pies, mis pies que no eran míos. Solo podía oír a lo lejos que mi voz seguía hablando, mi voz de niña hablando del infierno… así yo avanzaba lentamente por las escaleras porque tenía miedo, un miedo de esos que te dicen que corras, pero te abraza para que te detengas.

De esa manera llegué a la cocina, ahí estaba mi mamá, como lo esperaba, calentando leche en la estufa, junto a la ventana, una ventana que hasta ese momento yo conocía solo de día y siempre iluminada por la luz del sol, luz que en ese momento no existía ni en mis recuerdos... Cuando estuve acompañada me sentí mas tranquila, aun sumergida en esa profunda oscuridad de la madrugada, recuerdo que hable con mi mamá no se de qué, no quise contarle lo que me ocurría porque seguramente no me iba a creer nada. Los padres suelen decirle mentirosos a los niños de siete años que encuentran fantasmas bajo la cama, ¿qué me diría mi madre si le dijera que encontré miedos bajo mi cama? Y sobre todo ¿que me diría si supiera que en el fondo algo de mi los estaba disfrutando?

De repente escuché pasos que descendían de las escaleras, las mismas que yo acababa de dejar atrás… eran mis pasos, o mejor dicho, los pasos de mis zapatos de payaso, volví la mirada…

Sólo vi a mi madre bajando las escaleras, la vista me susurraba que era mi madre, pero la realidad me decía que mi madre estaba junto a mí, aun así, ahí bajando las escaleras estaba un cuerpo con la ropa de ella muy desalineada … miré bien y lo supe, ahí estaba el, un hombre alto, enorme ante mis ojos, siguiéndome con su sonrisa, una sonrisa que yo no podía ver, que tampoco podía oír, pero sabía que él estaba sonriendo, que estaba burlándose de mi… que venía para llevarme…

Se acercó a mi despacio, como flotando… mi madre no gritó, no se asustó, simplemente desapareció… de repente vi al hombre cerca de mí y me percaté de que en ese mundo sólo estábamos el y yo… y el estaba frente a mí, en ese momento lo único que pude ver fueron sus ojos, de un hermoso color azul turquesa, los más bellos que he visto en mi vida, los más profundamente siniestros que he visto en mi vida, los cuales insistían en buscar los míos, mis ojos que con mucho gusto hubieran huido, pero que ni siquiera tuvieron esa idea, porque estaban atrapados…

Tan presos, que ni siquiera se cual era el color de su piel o de su cabello.

Estando frente a mí y me dijo con esa voz sin sonido, que no recuerdo si salió de sus labios o de su mente, sólo recuerdo su sonrisa… sólo lo recuerdo diciendo:

‐ “Ha llegado el tiempo, vengo para llevarte”

Yo sabía que iba a venir algún día, yo sabía que vendría a buscarme, pero también sabía que ese día no debía llegar, sabía que nunca querría ir. Así que sin pensarlo (realmente no pensé nada) tomé la medalla que colgaba sobre mi cuello, no hice nada más que mostrarle esa pequeña medalla con la figura de una virgen, la cual llevaba desde ese dia de mi nacimiento, y se la mostré… enfrentándolo firmemente y diciendo:” no me iré contigo, no te lo permitiré…”
Al ver mi reacción el hombre frente a mí se rió escandalosamente, alzó su brazo y con un enorme rencor enterró la uña de su dedo índice en mi hombro izquierdo…

Sentí dolor, sentí calor, un calor infernal que poco a poco recorría cada parte de mi cuerpo, incendiándolo por dentro…

Entonces desperté de golpe y el calor seguía ahí, un calor insoportable estaba Dentro de mí, más grande que el de la fiebre… eran las tres de la mañana y mi madre no estaba en su cama…